Tenía 16 años y todavía me acuerdo de ella. Ya habían pasado dos años desde que nos “conocíamos”. Era el 2005 y en ese momento el MSN era la bomba. Invertía dinero para hablar con ella porque en ese momento no tenía banda ancha en casa. Pautabamos horarios para chatear, aunque ella si tenía internet. Se trataba de una ciber-amiga que se atrevió a conocerme y amarme de una forma natural e inesperada.
Me acuerdo que no me gustaba, todo se fue dando muy sutil. Durante todos estos años conocí por extraños mecanismos a esta persona. Se trataba de una chica unos meses más grande que yo, pero era muy madura para su edad. Estaba de novia entonces con un tipo, no puedo recordar su nombre. La diferencia de edad era importante. Ella con 15/16, él con 27 y auto. Ella acostumbrada a una relación adulta de tan joven, yo comencé a tener celos ridículos (fue gracias a ella que aprendí a no celar nunca más), pensando en qué pocas oportunidades tienen los jóvenes que comparten la misma edad cuando una chica delicada y con clase apunta a cenas en restaurants finos y música nocturna. Mientras ella era feliz en su relación, yo intentaba dejar atrás un amor no correspondido de secundaria y Vanina me acompañaba virtualmente con sus consejos. En tanto tiempo de chat, ella me terminó de hacer fanático de The Cure y The Smiths, y yo la contagié con Catupecu Machu y Cuentos Borgeanos. Habíamos compartido algunos shows como amigos, así empezó todo. Amigos de chat que comenzaron a compartir recitales: Los Látigos, Adicta, Miranda!, Catupecu Machu, Cuentos Borgeanos… y faltaba su debilidad: Babasónicos. Una banda que también logró que me gustase.
Tengo recuerdos de ella siendo una amiga muy cariñosa y simpática. Me dibujaba cosas y a veces escribía cartas. Yo comencé a enamorarme, de una manera única e infantil. De una forma que sé que pasa sólo una vez en la vida. Ella luego de meses de malestar con su pareja, comienza a mostrarse de otra forma. Yo jamás me animaba a contarle lo que me pasaba, hasta que un día un simple emoticón de un corazón que me puso ella, aclaró las cosas. ¡Qué ridiculez! Depender tanto de estos códigos. Me puso un corazón y me preguntaba si me molestaba que lo haga. “Al contrario” le dije. Al instante la ventana de chat estaba repleta de corazones y confesamos que esta amistad estaba tomando otro color.
2 años después de conexión virtual, sentí miedo y parálisis emocional minutos antes de verla. Cuando Vanina llegó, me apagué y la contemplé toda la tarde. No podíamos tener muchas conversaciones como las solíamos tener gracias a internet. Fue ahí cuando noté que sin tecnología, no podía acercarme a ella, y viceversa. Ella tal vez estaba dispuesta a algo, yo ni siquiera me lo cuestionaba. Recuerdo con claridad que estando sólo a 1 metro de distancia, me había enviado un SMS preguntándome “te pasa algo?”. Fue tan raro sentir esa pregunta estando al lado de ella. Nunca supe por qué no pude soltarme como quería en ese momento.
Esa fue mi primera oportunidad para darle un beso y no la logré. En ese momento de mi vida creía que dar un beso a la persona que realmente te gusta o amas parecería ser algo muy difícil de lograr. Yo era muy inmaduro y no tenía tampoco mucha confianza en que podría suceder algo. Pese a que ya sabíamos que nos gustábamos.
Hubo una segunda oportunidad, un tiempo después. Habíamos arreglado para ir al cine. Una vez más me encontraba nervioso. Ella me dijo que había un par de cosas que estarían buenas hablarlas en persona. Evitamos esa charla hasta el final. Fuimos al cine, vimos la película incómodamente. Y al salir ella se animó:
- ¿Hablamos?
- Dale…
- …
- ¿De qué?
- De lo que nos pasa.
- A mi no me pasa nada.
- Ah, no te pasa nada?
- No. A Vos?
- A mi sí. Me gustas.
- Ah…
- Bueno, parece que los dos buscamos cosas distintas, no?
- Puede ser…
Todas mis respuestas fueron dadas por el pánico y el miedo a creer que podría haber existido algo tan hermoso como aferrarme a esa persona y dejarme llevar. Vanina se fue llorando y nunca más supe de ella. Y cuando digo nunca más es: nunca más. No porque yo lo quise así, intenté algunas veces contactarme con ella y jamás obtuve respuesta. Realmente se trata de una mujer madura.
Una vez en el 2012 creí verla en un colectivo. No estaba seguro de si era ella ni siquiera. Algo me decía que sí, así que me quede con la idea de que se trataba de Vanina, y le deseé el bien.
Cada tanto me acuerdo de esto y pienso en qué diferencia podría haber hecho un beso. Al menos para el recuerdo, ese beso es para siempre. Eso es lo que más me llama la atención, la amé y nunca la besé. Fue un amor legítimo que se dio de una forma muy distinta a la que hoy acostumbramos a movernos. Forzando el camino y la intención de generar algo siempre.
Y cada vez que la recuerdo, le deseo el bien. Le agradezco las canciones, su interés por acercarse a mi y querer cuidar de mi. Más agradezco la experiencia y la enseñanza.
Let's go to bed
Let's go to bed
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