El cielo está negro pero esde día. Hay mucho ruido en la ciudad pero abunda el silencio. Me encontré en el placard de mi habitación, que parecía seis veces más grande. Me perdí buscando ropa tuya nueva que nunca usaste. Vos, sentada con las piernas cruzadas en la otra punta de la casa,  podías verme a través del espejo. Contemplabas la enorme pero pequeña mesa del living-comedor, aunque no había comida. La televisión estaba encendida y el volumen me aturdía, aunque yo me encontraba en otro lado. Lista para irte, me esperas impaciente. Yo necesitaba hablarte, pero creías que se trataba de un nuevo ataque. Te llamaba a los gritos en silencio mientras seguía buscando tu ropa. Faltaba tan poco para que te vayas, y tenía ganas de verte una vez más. Y aunque no aparecías, podía sentir tu presencia durante un tiempo irrisorio. Ahí fue cuando descubrí que nunca habías estado, entonces jugué a imaginar tu cara en el espacio. Te amé, y luego desperté. Supe que jamás te voy a volver a ver. Y todo está bien.
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