4/28/2014

Laberinto

Juntos, tenemos las ideas más atrevidas, y todas parecen simples. Hubo un tiempo en el que jugamos a ver quién podría ser mas fuerte. Es decir, quién podría vencer al otro. El tiempo entonces era quién decidiría absolutamente todo. Cada uno por su lado hizo sus estrategias y nos escondimos en el mundo. Abrimos caminos nuevos, nos dejamos pistas y nos separamos, saliendo a buscar otra alternativa.
Pensando en ganar, me perdí en mi. Totalmente aterrado, me sentí mal al ver que muchos días no pude ni imaginar su cara. No la recordaba con claridad, pero sabía que no la había olvidado.
Mis sueños comenzaron a tornarse más extraños, como su presencia antes y su ausencia ahora. Y aunque se trataba de fuerzas similares que cada vez se golpeaban más fuerte, sentí tras cualquier otro sentimiento que no podría volver a tener miedo. Resulta ridículo asustarse de lo que uno necesita para ganar. 
Nunca supe hasta ese momento quién había sido el ganador hasta que una vez más nos volvimos a encontrar. Y cuando nos tomamos de las manos, recuerdo aquel juego y pienso que en realidad nosotros debemos encontrar un camino único construido por todas nuestras vivencias. Desde las más horribles hasta la más gloriosa: tomarnos de las manos.
Y aunque aquel mundo en el que nos escondíamos no esté listo para nuestro regreso a través de un laberinto, nosotros cada vez nos ponemos más raros y volvemos a intentar tomar todas nuestras cosas y escapar. Sólo nuestras cosas, la música y el amor. Eso siempre es especial con ella. Siempre es un placer perdernos juntos.









No hay comentarios:

Publicar un comentario