No somos más que visitantes
en esta pequeña roca. Lanzados a través del tiempo
y el espacio a 105 mil kilómetros por hora. Adheridos a una esfera ardiente
por una fuerza y energía invisible en un universo insondable de dimensiones inimaginables.
La mayoría de las veces lo tomamos por sentado mientras nos negamos a creer
que estas fuerzas no nos afectan más que una mariposa agitando sus alas
alrededor de la mitad del mundo.
O que dos cuerpos que comparten espacio y tiempo no pueden encontrarse
como el centro desafortunado de fuerzas similares que no vemos que convergen
como los mismos planetas en puntos ardientes
de energía cósmica, cuya gravedad absoluta amenazaría
con tragar todo a su paso. O tal vez la respuesta esté todavía
más allá de nuestro entendimiento.
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