12/14/2012

Soñando más


Pude haber interpretado una despedida más especial, como la ocasión. Luego de tantos años de vivir en mi barrio, me toca abandonarlo, dejándolo  Queriendo que así sea, y extrañándolo a la vez. Pensaba en que es lo que realmente hace a uno extrañar. No llegué a ninguna conclusión más lejana que la amistad. De ahí nace todo. Y no precisamente por ser amigos de barrio que vivan a metros/cuadras, signifique que eso genere un lazo especial, porque no los veo seguido. Las distancias no tienen importancia, y lo comprobé con el siguiente sueño que tuve anoche:

Era una casa enorme, enorme. Sin muebles. Era de noche, y las habitaciones apenas estaban iluminadas por luces cálidas muy débiles. Me encontraba con aquellos amigos viejos del barrio y más recientes. No podía ver a ninguno por la oscuridad, pero sabía que en el living nos encontrábamos todos. Un living muy grande en el que sólo se escuchaban risas. Surge la idea de jugar al fútbol en plena oscuridad... y sin pelota. Nos encontramos como niños nuevamente usando la imaginación tratando de encontrar algún objeto que reemplace a una pelota de fútbol. No había nada para jugar más que alguna piedra. Es en ese momento en el que entre tanta oscuridad puedo ver una pelota pequeña de cristal con brillo propio, pero no iluminaba su entorno, brillaba sólo la pelota en la oscuridad... Yo pateo la pelota hacia mis amigos y por cada patada que dábamos se hacía más pequeña hasta desaparecer.

Este sueño que tanto me recuerda a mi infancia y a mis recreos de primaria me llevaron a pensar en cómo abandoné aquel gusto por el fútbol. Mis amigos del barrio lo aman y es lo que más los une. Y yo aunque no juegue, puedo notar su felicidad. Podía escuchar sus risas, y podía darme cuenta que disfrutaban, por más que no los vea. Y yo también disfrutaba, mirando, contemplando... pensando... creando... y obviamente: soñando.


Luego amanecí y recordé otros 2 sueños lúcidos que tuve en estos días. Pensaba en una historia nueva en qué crear... Una novelista que tiene aquella habilidad de recordar sus sueños con tanta precisión y exactitud que a la hora de escribirlos y relatarlos pone cada detalle de una manera tan precisa que revive lo onírico de una manera fantástica. Sus libros son de ensueño. Confusos, borrosos, aterradores, fascinantes, sin lógica... pero lleno de interpretaciones y sensaciones puras. 
Esta novelista (que juro que se va a llamar como vos, te lo juro) entra en crisis al darse cuenta que no puede soñar más. Deja de soñar de un día para el otro. No tiene registro alguno de sus sueños. Lo que la lleva a la escritura de sueños ajenos... personas que abren sus mentes a esta novelista que la sumergirá en mundos totalmente fascinantes e inesperados. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario