Entre tanta gente y tanto movimiento es raro entender para qué lado hay que moverse. Obviamente la onda es dejarse llevar. Y entre esos movimientos surgen choques insignificantes. Entre una y dos canciones podes tocar fácil 100 cuerpos diferentes. Pero sólo uno te hace vibrar la piel. El de esta mujer, que sabe cómo besarme, mirarme, acariciarme... y ni siquiera nos conocemos. O en realidad sí... o en realidad... es como si entre miradas nos dijimos "nos ahorramos la parte introductiva" y no escuchamos nada más que la música... nos dejamos llevar y vamos estallando desde el océano. Me pierdo y su lunar debajo de sus labios me enloquece, me busca, me encuentra y me trae de vuelta a la pista, me hace querer estar cerca de su boca, pero no tanto. Para así también poder escuchar su voz, que me canta al oído y me cuenta lo libres que somos. Tan lejos y tan cerca a la vez. Tan conocidos y tan desconocidos. Tan antipáticos y tan copados.
La medida justa de atracción.
La mujer del pogo ♥
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